Menu

martes, 29 de noviembre de 2016

La gente

Mompox es un pueblo hermoso, su arquitectura, su tranqulidad, hace que todos los momposinos alcemos pecho de mucho orgullo. Para ningún visitante es mentira que llegar a Mompox es sentirse en plenitud. Tú llegas y si no sabes alguna dirección, preguntas y siempre habrá alguien dispuesto a llevarte a tal dirección o por lo menos ayudar a que te ubiques; claro que probablemente será mejor que te lleven porque tenemos una mala costumbre y es que explicamos ubicándonos según “la casa amarilla esa que vez en la esquina”; “Al lado de una reja de color negro”; “cerca donde Juanito”; etc.

Si hay algo que compone a la tierra de Dios es su gente. Todos muy cálidos, bueno, como en todos los sitios del mundo no falta aquella persona que no le agrada ni su sombra, pero eso es como normal. En fin, la gente momposina, gente trabajora, gente respetuosa, gente que no se deja caer; pero que lastimosamente está dejando perder su patrimonio.

Tristemente hoy en día, los niños no quieren educarse no quieren ver más allá de sus narices, creen que lo de ahora sólo es estar en las redes sociales, como si todo en la vida girara en torno a esto. A mi me han enseñado mis padres que las cosas se ganas, que hay que luchar por lo que uno quiere. Mi invitación con este medio es que nos concienticemos, que despertemos, que tengamos en cuenta que hay un mañana y que si no hago las cosas bien en el presente ese mañana puede verse truncado; así, como los sueños. 
Yo crecí en este pueblito, en mis inicios no sabía nada respecto a él, pero hoy en día se que vale mucho, sé lo precioso que es contemplar sus atardeceres, lo gratificante que es caminar sin tener el miedo a que te atraquen; conozco la inigualable sensación de levantarme en la madrugada y oir el canto de los pájaros, gallos, y demás animalitos, como los “monos” que al salir el sol nos premian con sus notas sonoras. La verdad es que no hay dicha más grande que ser de pueblo, mejor aún, ser momposino. Volviendo al tema de la gente; hay algo que es muy chévere: sentarse a hablar con los viejitos. Siempre tienen algún cuento, alguna vivencia que contar, algún hecho histórico del que hablar, de ellos si es verdad que se aprende. En Mompos, hay gente así, vieja, joven, pero todos con un gran espíritu. 

“Mompox tierra de Dios, donde se acuesta uno, amanecen dos. Si sopla un viento, amanece un ciento y si vuelve a soplar, ya no se puede contar” Un dicho muy popular. Una vez le pregunté a mi papá por ese tal dicho, puesto que una vez lo comenté en la ciudad y lo mal interpretaron. Papá me contó que ese dicho es por la calidad de los momposinos, como todos se conocen todos (más o menos), si algún día vas a una fiesta y te pasas de tragos, no te preocupes en alguna casa de algún amigo tuyo o de tus padres apareces. Fuente: anónimo.